domingo, 22 de noviembre de 2009

Tierra Santa- Canción del Pirata



Esta cancion me gusta porque es un reclamo de la libertad. La toca Tierra Santa, un grupo de Power Metal. Sé que la letra no es suya, es de un poeta llamado José de Espronceda, de dudosa moralidad para su época. Según los datos que tube que estudiar de él el año pasado, estubo liado con una mujer a la que tubo secuestrada durante algún tiempo.

Realmente, en aquella época, los secuestros eran muy cmunes, y no era precisamente por la falta de medidas policiales o falta de seguridad, que también, sino por amor. Los hombres secuestraban a sus amadas cuando los padres no aceptaban su matrimonio. De esta forma pasaban una noche con ellas. Al día siguiente aparecían en sus casas sanas y salvas y el padre autorizaba el matrimonio por temor de lo que hubiera pasado durante esa noche. Incluso auqnue el padre quisiera concertar un matrimonio de conveniencia con otra con ña mayor rapidez posible por si acaso, no sería posible, ya que el secuestro había dejado a la mujer sin reputación entre los demás hombres, pero desde luego, merecía la pena por el amor.

Aquí dejo la letra:

Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín;
bajel pirata que llaman
por su bravura el Temido
en todo el mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
Y allá a su frente Estambul:

-Navega, velero mío,
sin temor
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.

Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.

A la voz de ¡barco viene!,
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar:
que yo soy el rey del mar
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual:
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río:
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena
colgaré de alguna antena
quizá en su propio navío.

Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di
cuando el yugo
del esclavo
como un bravo sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento,
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.

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