domingo, 1 de enero de 2012

Espíritu Navideño

Esta Navidad me he rodeado de la más absoluta carencia de espíritu navideño. Nadie con quien haya hablado en todas las navidades tenía ilusión por las fiestas. Yo en cambio, este año, a pesar de no haber puesto ni una sola decoración en mi casa, como vengo haciendo años atrás, tenía un espíritu navideño del que francamente desconozco el origen.

El caso es que la Navidad es mucho más que los regalos de Nochebuena y el día de Reyes. Es estar en familia, ver a miembros que hacía mucho que no veías, aunque esto en mi caso no es aplicable, y tener esas tremendas cenas que solo hay unas pocas veces al año. Las 12 uvas, empezar a la mitad y que te falten 4, atragantarse, acabar echando por la nariz la bebida del brindis como si fueras una fuente, buscar ropa interior roja que ponerse para esa noche, aunque no la vaya a ver ni dios, pero solo por tenerla puesta a ver si da algo de suerte, pequeños detalles. Es salir a la calle y sentir el frió helador y seco en la cara, que atraviesa incluso el abrigo y respirar y ver el vaho salir de tu boca y perderse difuminado poco a poco en el aire. Las luces de colores que iluminan las calles y que parpadean al rito de los latidos acelerados del corazón. La cantidad de gente en las calles todos apresurados por comprar los regalos y lo villancicos en inglés o español sonando a todo volumen en cada tienda, la gente, como yo, que baila en las cafeterías con los hombros mientras merienda los susodichos villancicos, etc. Hay mil cosas que hacen especiales las fiestas de Navidad a pesar de los clásicos de montar belén y árbol, aunque es cierto que nada como una nevada, así que enhorabuena a quienes les haya nevado y que suerte tienen.

Personalmente no me gustan las personas que carecen de espíritu navideño. Me parece un cruel desplante a unas fiestas tan encantadoras y hermosas y gente incapaz de ver más allá de sus narices y contemplar la hermosa belleza del invierno o pensar en algo más que no sea el materialismo consumista de los regalos, que por cierto, este año conmigo sea quien sea quién trae los regalos ha sido muy generoso conmigo trayéndome la biografía de Steve Jobs que quería y el calendario de Audrey Hepbourn en Desayuno con Diamantes. Estas personas deberían pararse a pensar más en la cabalgata de reyes la noche del día 5, con sus luces, su espectáculo, los caramelos que endulzan un poco más la Navidad, los golpes de los dulces contra la cabeza, que te hacen daño, pero sonríes al sentirlos porque ya es tuyo, los paraguazos de las señoras mayores en la cabeza cuando coges los caramelos cerca de ellas, porque los quieren todos para sus nietos, los cúmulos de gente que no te dejan moverte, mucho más que en los regalos del día 6, porque en definitiva, la Navidad es eso, un montón de pequeñas cosas que hacen que no sean unas simples vacaciones sino unos días maravillosos, dulces y encantadores llenos de alegría que todos deberíamos aprender a compartir.

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