viernes, 29 de marzo de 2013

Viajes ¿culturales?

Hace tiempo que dejé de escribir en el blog, más por falta de inspiración que de ganas. Ahora he estado en mi viaje de estudios de bachiller y han vuelto a mi las ganas de hablar de la actualidad.

Se supone que estos viajes de estudios son culturales. Digo se supone porque a los participantes les interesa todo menos la cultura. En mi caso hemos ido a un crucero por el mar Mediterráneo. Hemos visitado Túnez, Malta, Sicilia y Grecia. En el crucero obviamente había mil y una cosas para hacer, comer y beber. Espectáculos tras la cena, fiestas nocturnas, actividades lúdicas, etc. Es el viaje de estudios perfecto, excursiones culturales y diversión por doquier. ¿Cuál es entonces el problema?

Bien, lo malo de mi viaje ha sido comprobar la estupidez humana del mundo, que este se ha empeñado en destacar, por si no me había dado cuenta todavía. Las excursiones organizadas por la naviera del crucero han sido horribles, espantosas, aburridas, un timo. La mejor palabra en inglés para definirlas sería "awful". Túnez fue una auténtica encerrona para obligarnos a comprar objetos de baja calidad a precios desorbitados. Eso sí, los tenderos en crisis, poco, porque estafar estafaron a muchos. Atenas fue casi peor. Uno de mis mayores sueños era ver el Partenón de Atenas, la ciudad de la diosa de la sabiduría. Nos llevaron a verla el día de la fiesta nacional de la independencia del Imperio Otomano. Bueno, si al menos hubiéramos visto la celebración, habría merecido pena. Vimos desde un autobús con los cristales manchados las ruinas de la ciudad sin poder aproximarnos y casi ni bajarnos para hacer fotografías mientras recibíamos unas explicaciones paupérrimas sobre su historia. En un principio la gente parecía indignada, lo cual era agradable, pero después vino la decepción. Contradictorio a su decepción era que preferían ir a ver las tiendas de souvenirs antes que pasear por las calles de las hermosas ciudades que visitamos observando monumentos que nuestros profesores no consideraban dignos de ser mostrados. Me vi arrastrada de tienda en tienda cuando mi mayor deseo era visitar sitios y explorar lugares desconocidos. Obviamente compré algunas cosas como recuerdo, un par de cada ciudad más o menos, pero nada de regalos para todos mis amigos o familiares. Una cosa no debe estar necesariamente peleada con la otra.

Supongo de todas formas que mi forma de ver las cosas no es simplemente igual a la de otros, de la misma forma que todos sienten y padecen diferente. Para mi el turismo son edificios, monumentos, plazas, calles y museos que visitar, historias sobre el pasado que esconden la magia del tiempo. Viajar es conocer otras culturas, conocer gente, experimentar cosas nuevas, envolverse de belleza, de misterio. Viajar es dejarse influenciar por lo nuevo, madurar, cambiar, encontrar una perspectiva diferente a las cosas. Es tomar fotos de lugares inexplorados, recoger recuerdos de momentos inolvidables rodeado del esplendor de otros tiempos.

Esto no quiere decir que todo el mundo con el que he estado en mi viaje de estudios sea todo lo contrario y no haya aprovechado en absoluto la oportunidad. Simplemente, había personas que destilaban auténtica pasión por sus poros al ver el hermoso Fuerte de San Angelo en Malta, por ejemplo, o las ruinas de Olympia, mientras que otras emanaban desprecio y prisas.

En resumen, mi generación aún tiene mucho que aprender, tiene que aprender lo más importante, disfrutar en la aventura y la pasión de saber.